Buscando el champú perfecto

La historia de mi pelo es larga. No sé si todo el mundo tendrá una historia parecida, pero yo te voy a contar la mía, por si te ahorro gastos inútiles. La verdad es que tengo que agradecer a mi madre sus genes con respecto al pelo. Toda mi vida he tenido un pelo envidiable. A la gente le encantaba tocármelo en el colegio.  

Primero mi hermana y yo usábamos un anticaspa de farmacia, de estos caros, que huelen fuerte, porque pensábamos que teníamos mucha caspa. Luego hemos aprendido que era descamación, pero eso ha sido con los años... Cuando empecé a tener conciencia de la publicidad, descubrí el maravilloso mundo de las marcas de champú con sus olores, mascarillas a juego...¡qué invento! 

Así que desde los 12 años, el primer champú de marca que me compré fue un Herbal Essences, porque una amiga mía se lo llevaba a natación. ¡Qué bien olía! Comenzamos con uno verde, pero luego descubrimos que había de diferentes colores y olores y fuimos probándolos todos. Cada vez que se gastaba un bote de champú en casa era una alegría para mí. 

Luego me di cuenta de que ese champú me dejaba el pelo limpio pero no demasiado "suave y sedoso", como te dice la tele que tienes que tener el pelo. Así que con 15 años me dio por probar todos los champús dedicados a pelos lisos de cada marca: Sunsilk, Fructis, Elvive... Y tras varios meses, opté por mi favorito: Pantene. Era el que me dejaba el pelo más sano (aunque yo ya lo tenía sano!), y a la vez más limpio. 

Desde entonces y hasta los 25 años, he sido fan absoluta de Pantene. De hecho, si tuviera que volver a comprar una marca de champú líquido sería esa. Pero caí en la tentación de usar los suavizantes, las mascarillas...y conforme pasaron los años, llegué a la rutina a la que llega muchísima gente: lavarme el pelo cada dos días. 

Normalmente empezaba el lunes con el pelo espectacular (volver al insti/universidad/trabajo con el pelo limpio es como demostrar lo bueno que ha sido tu fin de semana...no?). El lunes era día de pelo suelto, o como mucho un semirecogido o una felpa o diadema. El martes ya era otra historia, ya comenzaba a sentir el pelo más graso, sobre todo por la raíz, por los laterales, y el peinado pasaba a un recogido, una coleta, unas trenzas...hasta que el martes por la noche volvía a lavarme el pelo. 48 horas pasaban entre lavado y lavado. Y yo pensaba que era normal, la mayoría de mis amigas con pelo liso hacían lo mismo que yo. 

No sé exáctamente cómo fué que, el año que comencé a interesarme por el comercio justo, me llegó algo de información sobre los champús sólidos. Leí que no tenían siliconas, y que esto hacía que el pelo no estuviera tan apelmazado, y durase más días limpios. Entonces me topé con LUSH y su gama de champus sólidos con colorines, olores, y un marketing bestial. El verano de 2016 hice mi primer pedido zero waste, sin saber muy bien dónde me metía: champú, acondicionador, exfoliante y de regalo unas pastillas de pasta de diente sólidas como muestra gratuita. Era la mujer más feliz del mundo con esos productos nuevos. 

Al principio de usar un champú sin siliconas, hay una etapa de un par de semanas en la que el pelo está rarísimo. Es como el "mono" de las siliconas: el pelo pierde brillo e incluso parece que está sucio. Hay que pasarlo, es una desintoxicación. Pero de todas formas la marca Lush no terminaba de convencerme: quitaron la tienda que había en Málaga en C/Nueva, y los pedidos online la verdad no me salían del todo rentable (la pastilla sale a 10€!). 

En 2017 ya era una friki del zero waste, y aproveché que se me había gastado el champú para hacer un pedido a Sin Plástico: cepillo de dientes de bambú, pasta de dientes sólida, estropajo de luffa...y el champú sólido para cabello normal. Señoras y señores, éste es EL CHAMPÚ. Es perfecto. El mejor. Una pastilla dura muchísimo. El pelo se queda realmente limpio por más de tres días, con brillo. 

Sin embargo lo de comprar todo por internet no me convence. En primer lugar porque los gastos de envío hacen que lavarte el pelo te salga caro. En segundo lugar porque es más sostenible consumir productos locales: no se gasta el CO2 del transporte y estás contribuyendo a la economía de tu zona. 

Es por esto que me puse a investigar las tiendas de Málaga, y encontré a Mú Tú. El champú de lavanda me encantó, y el precio de 5€ más aún. 

Pegas sobre Mú Tú: no merece la pena comprar por internet si vives en Málaga, porque aunque la pastilla son 5€, los gastos de envío son otros 5 más. Y para comprarlo en persona por ahora no hay tienda física, tienes que quedar con Ester, una mujer maravillosa, pero la verdad, con mi horario de trabajo me resulta complicado. La vez que los compré le pedí a mi madre que quedara con ella. Pero lo veo complicado para hacerlo cada cierto tiempo. Está claro que la solución es hacer una compra grande, que te dure más de un año, pero no quería arriesgarme: ¿Y si no me gustaba el producto?

Te dejo aquí una entrada del blog de Econonoa sobre Mú Tú.  

Estas navidades mi madre, con su mejor intención, me regaló otro champú sólido, que compró en El Cambio Bioshop de C/Carretería. Es de la marca Secrets de Provence. Pobrecita, la cara que le puse cuando le dije que no tenía sentido comprarlo envuelto en plástico. Lo he tenido guardado hasta que he ido gastando los demás, y la verdad, no me convence para nada. No malgastes tu dinero. 

Y por ahora esa es mi historia con los champús sólidos. Espero que te sirva. Si eres de Málaga y tienes tiempo, te recomiendo Mú Tú al 100%. Si vas a hacer una compra online, entonces Sin Plástico es mi marca favorita, de verdad, pelo realmente limpio durante días. Y zero waste. Y nada de químicos. Maravilloso. 

Este verano de 2018 un montón de marcas han empezado a anunciar que sus champús son sin siliconas, sin parabenos, veganos...e incluso sin gluten!(ni que fuera a comérmelo!!!). Pero para mí siguen teniendo envase de plástico. La verdad es que es un envase que puede reciclarse, y que tarda unos tres meses en gastarse, por lo que es un mal menor. Peor son los bastoncillos, las compresas, las bolsas... Pero si se puede ser cada día un poquito mejor consumidor, ¿por qué no intentarlo?